El prólogo: El legado de Ayden y Scintilla
El crepúsculo era el momento favorito del día de Ayden. Mientras el sol se ponía en hermosos tonos naranja y violeta sobre el mar, él se sentaba cómodamente en pijama y contemplaba las brillantes chispas de luz blanca que se reflejaban en la suave ondulación del agua. A medida que el cielo se oscurecía, los innumerables puntos de estrellas se hacían más nítidos. Su belleza lo llenaba de satisfacción y respiraba profundamente, se estiraba, bostezaba y se quedaba dormido soñando con jugar a los superhéroes con sus amigos.
A pesar de que ya tenía casi cinco años, sabía que tenía suerte de estar rodeado de felicidad y emoción. Había visto a otros niños que no parecían compartir la felicidad que él sentía y, de vez en cuando, se preguntaba por qué podía ser así. No le parecía justo que él se sintiera tan feliz cuando otros no podían. No le parecía justo que no todos los niños pudieran encontrar la manera de ser un superhéroe en sus sueños o de tener ropa bonita para vestir o de estar abrigados, felices y saludables todo el tiempo.
Ayden miró por la ventana hacia la brillante estrella vespertina, deseando su ayuda. La miró fijamente. Luego frunció los ojos y murmuró en voz baja: "Luz de estrellas, luz de estrellas". Esperaba que lo oyeran. Las cortinas ondearon suavemente. Las guirnaldas de luces de su habitación se balancearon. Se dio cuenta de la presencia de un brillo más suave dentro de su habitación. Sonrió.
"Te estaba esperando."
La voz de Scintilla sonó tranquila. "Te dije que volvería cuando cumplieras cinco años.
Ahora estoy aquí y puedes verme, pero siempre he estado cerca de ti”.
"Te llamé muchas veces y nunca viniste."
"¿No lo hice? Y cuando gritaste aquella vez que no pudiste descubrir cómo construir tus ladrillos Lego, ¿quién fue el que te susurró al oído las palabras "perseverancia y persistencia"? ¿Y lo hiciste?
¿No descubriste que esas palabras te ayudaron a descubrir el camino para lograr lo que querías? Yo siempre estuve allí, dentro de ti, guiándote hacia el descubrimiento de tu propia luz y fuerza y
Belleza." Ayden asintió. Su rostro estaba serio.
"Siempre he estado con vosotros, como lo estoy con todos los niños. Y ahora necesito vuestra ayuda. Así como cuando hacéis un jardín que pueda crecer y brillar como las estrellas, cada niño necesita encontrar la belleza y la fuerza que hay en su interior. Vosotros conocéis bien esa luz ahora. Quiero que compartáis vuestro jardín de luz para que cada niño pueda cerrar los ojos y ver su propio jardín, percibir sus posibilidades y entender que cada uno de ellos tiene los recursos para resolver todo miedo y duda. Vuestro jardín, el Jardín de Ayden, puede ser también su jardín. Puede ayudarles a encontrar la fuerza y la luz en su interior. Podéis enseñarles a sonreír y a ver el brillo de las estrellas en el mar". Miró a Ayden y sonrió. Él le devolvió la sonrisa y la luz se extendió por todas partes.